Por: Marcelo Bellucci
La llegada del fin del mundo es una temática que en los últimos años cobró repentina vigencia. Una de las versiones más rendidoras hace referencia a un meteorito que impacta sobre la superficie terrestre.
Aunque las pruebas astronómicas lo descartan de plano, se habla de un astro llamado Nibiru o planeta X -nombre genérico para designar un objeto desconocido- que en 2012 llegaría a la parte interior del Sistema Solar. Ya desde 1983 se decía que Nibiru había sido descubierto con el satélite infrarrojo IRAS. Y 26 años después se mantiene como la evidencia más firme aunque las agencias espaciales ya desmintieron que pueda chocar contra la Tierra.
Lo cierto es que desde el 9 de diciembre, la NASA pondrá en circulación el WISE (Explorador de Reconocimiento de Gran Campo) desde la Base de la Fuerza Aérea Vandenberg, en los Estados Unidos, California.
Su misión será recorrer el cielo en longitudes de onda infrarroja, para dar caza a los "ninjas" del cosmos: objetos oscuros que merodean en las rendijas que se abren entre planetas y estrellas.
La luz infrarroja, que no puede ser percibida por el ojo humano, es ideal para detectar cuerpos fríos, polvorientos o lejanos. Como las grandes nubes de polvo, estrellas enanas de color marrón y asteroides o meteoritos cercanos, que podrían constituir una amenaza para nuestro planeta.
Las mediciones de WISE proveerán estimaciones más precisas de los tamaños, composiciones y servirán como cartas de navegación para misiones posteriores. Quienes se beneficiarán con los datos recogidos serán los telescopios espaciales Spitzer y Hubble, Observatorio Espacial Herschell (de la Agencia Espacial Europea) y los próximos observatorios aéreos Sofía y el telescopio espacial James Webb, de la NASA.
La intención es evitar sustos como el de este mes de noviembre, cuando el programa Catalina Sky Survey identificó un cuerpo extraño, bautizado 2009 VA, quince horas antes de su arribo. Se trataba de un pequeño asteroide con un diámetro de unos 7 metros, que pasó rozando la tierra a unos 14 mil kilómetros.
El verdadero inconveniente es que estos objetos se mueven tan rápido que, cuando son avistados, es prácticamente imposible determinar su trayectoria real y sus órbitas, además, son infinitas. Eso sin contar que la Tierra constituye un blanco factible.
Para reforzar la prevención, otra de barreras en funcionamiento que coloca la agencia gubernamental estadounidense es el NEO (Programa de Objetos Cercanos a la Tierra), que funciona desde hace años. Se ocupa de hacer un listado de los cuerpos conocidos que representan un potencial riesgo de impacto y los califica, siguiendo la Escala de Torino, con el 0 (riesgo nulo) al 10 (peligro total).
http://www.clarin.com/diario/2009/11/29/sociedad/s-02051165.htm
lunes, 30 de noviembre de 2009
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