LAS RELIGIONES, COMO LAS LUCIÉRNAGAS, NECESITAN DE OSCURIDAD PARA BRILLAR. Arthur Schopenhauer

domingo, 4 de julio de 2010

El niño de las estrellas

la opinion de zamora
El cráneo del Starchild o niño de las estrellas es a simple vista deforme, con las cuencas de los ojos muy pronunciadas, sin apenas puente óseo que sujetara su reducida nariz y con la parte posterior de la estructura, el hueso occipital y el parietal, planos, sin la concavidad que presenta una cabeza humana normal.
El grosor del hueso es mucho más fino que el de un cráneo normal, pero la dureza, según las investigaciones llevadas cabo por el norteamericano Lloyd Pye, es dos veces mayor, «algo totalmente inusual, y no humano», matiza. Pero el aspecto de la calavera no es lo único que Pye alega para asegurar que la famosa calavera es un híbrido entre humano y alien. «El aspecto es un punto importante, pero muchos científicos alegan que tan solo es un niño que nació con una deformación congénita, pero cuando nos hemos puesto a analizar el ADN hemos encontrado que una parte importante es imposible de recuperar», explica el científico que custodia ahora el cráneo y que guarda celosamente en la caja fuerte de un banco de Texas. Las últimas pruebas realizadas en un laboratorio de los Estados Unidos del que, por seguridad, según explica, no puede desvelar el nombre, han sacado a la luz que no son dos, como creían hasta el momento, sino tres los seres implicados en la concepción del niño de las estrellas, «hemos podido averiguar que hay una parte del niño que es humana, por el lado materno, y dos partes más que no lo son y proceden de dos seres distintos», señala Pye. «Mi» teoría, dice con cautela, porque es consciente de que no tiene pruebas científicas irrefutables que avalen sus palabras, es que hace 900 años, fecha de la que data el cráneo en cuestión, al menos un alienígena vino a la tierra e introdujo en una mujer esperma extraterrestre, «pero no pudieron copular, porque no tienen los mismos órganos genitales, así que lo más probable es que se concibiera mediante ingeniería genética», afirma el investigador.

La teoría que sostiene el científico es que desde hace siglos los alienígenas llegan a la Tierra y abducen a mujeres que utilizan a modo de vientres de alquiler, «he hablado con un centenar de mujeres a lo largo de toda mi investigación que recuerdan como fueron abducidas, luego quedaron embarazas y a los cuatro, cinco o seis meses se las vuelven a llevar para sacarle el niño, es siempre el mismo proceso. Luego, a los ocho o diez años regresan a la tierra para mostrarles a su hijo». Los testimonios, dice, no son cuantiosos ni conocidos porque la gente teme a la burla pública, y así justifica también que no se unan todas las mujeres que recuerdan algo de su «viaje» y tras unos meses abortan sin motivo aparente.

Lloyd Pye ha recalado en España con el fin de recabar apoyos para producir dos documentales sobre su proyecto y además ha participado en dos congresos, uno sobre presencia extraterrestre los pasados 26 y 27 de junio en Madrid y otro el 3 de julio en Alicante, el congreso internacional de radiofrecuencia, universo inteligente y conciencia.

«Fecundaban a la mujer con una tecnología avanzada incluso para hoy»

La teoría de Lloyd Pye no es nada nuevo, de hecho hace muchos siglos que en toda América Latina y sobre todo en aquellas partes donde se establecieron tribus indígenas ha pasado de boca en boca la leyenda de Los Niños de las Estrellas.

La misión de Pye y de su equipo de investigación es comprobar científicamente que esta leyenda se ha convertido en realidad. El cráneo objeto de estudio del proyecto Starchild se encontró en una zona muy proclive a las leyendas, el sur del estado mexicano de Chihuahua, en un lugar llamado el Cañón del Cobre. Según cuenta el relato popular recogido en multitud de libros de leyendas urbanas y páginas web dedicadas al estudio de fenómenos paranormales, y en palabras del propio Lloyd Pye, se cree que los extraterrestres llegaban a los poblados y «elegían a una mujer que no tenía posibilidades de concebir», la fecundaban con una tecnología avanzadísima incluso para esta época y encargaban a la tribu el cuidado de la madre y del niño. «Porque es sabido que en aquel entonces en todas las culturas cuando un niño nacía deforme la tribu se deshacía de él», asegura un expresivo Lloyd.

Así que el niño nacía y era protegido por la tribu, de hecho el «niño» del proyecto Starchild que tiene unos 900 años no era tal. «Diversos análisis de uno de sus dientes y del hueso nos han demostrado que pertenecía ya a una persona casi adulta, entre los 12 y los 17 años», explica Lloyd. Cuando estas criaturas alcanzaban una edad considerable sus progenitores alienígenas regresaban de nuevo al poblado para tratar de recuperarlos.

Una de las hipótesis de que el cráneo de Starchild se encontrara al lado de otro esqueleto humano y femenino se basa en el posible hecho de que la madre no quisiera desprenderse de su hijo y en un acto de desesperación para evitar que se lo llevaran lo mató, lo enterró y se quedó junto a la tumba. De hecho, Lloyd cuenta que la muchacha que los encontró en la cueva del Cañón del Cobre pudo verlos porque la mano del hijo sobresalía de la tierra que cubría su tumba para que la madre pudiera sujetarla.

«Hay millones de personas que conocen esta historia, pero hay billones que la ignoran»

Si las mujeres supuestamente embarazadas por alienígenas esconden su experiencia por temor a la incomprensión, ¿no tiene miedo usted a que le tachen de loco? «Es cierto que hay gente que lo piensa, pero también hay muchas otras personas que creen que esta historia puede ser verdadera». Siempre la balanza, el razonamiento, la coherencia y una seguridad que impresionan. Así es Lloyd Pye, quien reconoce que está en Zamora por un extraño cúmulo de coincidencias.

Frustrada la posibilidad de llevar a cabo su proyecto —la investigación del cráneo Starchild y el rodaje de dos documentales—, Lloyd tenía a la vista su participación como conferenciante en España. Fue entonces cuando el belga Dirk Renaat, que ya conocía al investigador americano, le invitó a hospedarse en la casa rural que regenta en la localidad de Argañín.

Hasta este remoto pueblo sayagués se vino Pye cargado con una humilde mochila, en la que traslada una copia del famoso cráneo deforme y una reproducción de una calavera humana que ofrece a quien se interesa por su historia para que compruebe la diferencia.

Es la misma actitud que le ha llevado en sendas ocasiones a hablar de «El niño de las estrellas» en la televisión nacional americana, donde ha explicado el supuesto origen del cráneo en canales de prestigio como Discovery Channel o History Channel. Hasta en doce ocasiones lo ha hecho en medios de comunicación de países tan dispares como Inglaterra o Nueva Zelanda.

Allí, en Estados Unidos, Pye es conocido por la calavera «híbrida» y hasta perseguido por gente que quiere «robarla e incluso destruirla». El investigador expone con serenidad una teoría con algunos pilares claramente inverosímiles, a los que da credibilidad mediante dudas razonables y una creencia personal sin fisuras avalada por doce años de investigación. De sus palabras se desprende una crítica cerrada a la comunidad científica, descreída de este tipo de planteamientos. Sin embargo, «Starchild será el elemento que abrirá un mundo nuevo», advierte impasible, sereno y confiado el investigador.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece extraordinario el trabajo de este señor.
yo habia escuchado esta historia nde mis abuelos y cuando escuhe al profesor no me lo pude creer.... siga investigando q yo si le creo

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