Jim Turner es el activista norteamericano especializado en la defensa de los derechos del consumidor que acaba de presentar en Estados Unidos una demanda contra la agencia del gobierno federal de ese país llamada a velar por la seguridad de los fármacos y alimentos para consumo público (la FDA). Los acusa de haber aprobado, de manera apresurada e irresponsable, la vacuna contra la gripe AN1H1, motivada por intereses económicos e, inclusive, sobornos. Si las acusaciones de Turner son correctas -como en efecto parece que son-, la FDA abiertamente habría infringido un principio de la ciencia médica y violado sus propias regulaciones.Actualmente hay un consenso entre los médicos alternativos en el mundo respecto a que la FDA es una agencia sumamente corrupta, cuyas acciones se guían no por el interés público, sino por la desmedida ambición de lucro de las farmacéuticas, con quienes se ha documentado que tienen poderosos lazos. Según Mike Adams, del jornal médico NaturalNews.com, la FDA no ha producido ningún tipo de evidencia científica ni pruebas que demuestren que las vacunas son aptas para consumo humano. Ni se ha publicado algún análisis que confirme la realización de dichos estudios. Según Adams, no hay un solo médico que, en público, haya puesto su nombre declarando que las recientemente anunciadas cuatro vacunas contra la gripe porcina son seguras.Quien da seguimiento a este tipo de temas sabe que muchas de las farmacéuticas han demostrado ser empresas muy poco éticas y que traicionan constantemente la confianza que deposita en ellas la población. Los escándalos que muy a menudo protagonizan las víctimas de drogas con efectos secundarios tóxicos suelen ser ignorados por los medios comerciales, tal vez por una especie de solidaridad tácita. Y gracias a esta complicidad gran parte de la población sigue en la ignorancia.Hace pocos años fue noticia sonada el caso de un fármaco para la artritis llamado Vioxx. Eventualmente se probó que estaba causando serios problemas cardiacos en muchos de los pacientes que lo tomaban. Se pudo evidenciar que la farmacéutica Merck conocía de los efectos secundarios de esta droga, pero no la retiró de las perchas hasta que el tema se volvió un escándalo. En abril de este año, en una corte australiana se hizo público que la Merck había desatado una campaña de terror al mejor estilo ‘mafia’, en la que se dedicaba a desacreditar de manera conspirativa y macabra a los médicos que decían que el Vioxx no era un medicamento recomendable. ¿A dónde nos lleva esto? Las personas y los gobiernos deberían perder la fe que les tienen a los dictámenes de la salud pública estadounidense. En nuestro país, por esa fe ciega se acaban de gastar millones de dólares en una vacuna de dudosa seguridad. Aunque al mismo tiempo el Gobierno está dando acertados pasos para lograr que los médicos siempre receten medicamentos genéricos, lo que, en menor medida, también está poniendo en jaque a las farmacéuticas y su desmedida ambición.
sábado, 31 de octubre de 2009
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