LAS RELIGIONES, COMO LAS LUCIÉRNAGAS, NECESITAN DE OSCURIDAD PARA BRILLAR. Arthur Schopenhauer

jueves, 11 de febrero de 2010

Un poco de humor: ¿Comen gordos los marcianos?

“Cuando vengan los extraterrestres, primero se comerán a los gorditos”. Con este anuncio una cadena de gimnasios británicos pretendía animar a los vecinos a que se apuntaran y redujeran los kilos extra que hubieran ganado en las comilonas navideñas. Aunque no hacía falta ser catedrático para darse cuenta de que era una broma, a los indignados de guardia –entre los obesos, no entre los marcianos- les faltó tiempo para llamar y quejarse por lo presuntamente ofensivo del mensaje.

La cosa no pasaría de simple anécdota si no llega a ser porque el otro día, llevaba yo varias horas en la cama, viendo teletecho sin poder dormir, cuando me di cuenta de una cosa. Nunca había oído a nadie abordar el tema de qué comen los extraterrestres. Las únicas referencias que me sonaban eran Distrito 9 (comida de gatos), V (ratones), Alf (gatos) y poco más.

Un amigo me recomendó incluir en el listado La guarra de las galaxias, pero no vale porque yo me refería a comer de comida y él insistió en que precisamente iba de comidas. Visto así tenía razón, pero mis dudas eran únicamente gastronómicas. Abducidos que dicen haber tenido sexo con seres de otros planetas los hay a montones y Clifford Pickover en Aliens. La Ciencia tras la vida extraterrestre (Robin Books) dedica todo un capítulo a la cuestión, así que igual hablo de eso otro día. Pero a la cuestión alimentaria, apenas le reserva unas líneas.

Se lo pregunté a Lola Cárdenas, presidenta del Círculo Escéptico, y sabía tan poco del tema como yo. Ricardo Campos (una enciclopedia andante) me remitió al famoso fraude ufológico (valga la redundancia) de Ummo y, como no podía ser de otro modo, la descripción tenía más de fantasía pseudoreligiosa que otra cosa (aunque no faltan datos sobre su presunta dieta).

Luis González (otro grande de la Fundación Anomalia) recordaba vagamente a un chiflado que aseguraba que les gustaba el helado de fresa y que lo absorbían por la piel. Manuel Carballal (que también domina el tema) mencionó a un tipo que, allá en los 60, se fue a dar una vuelta con unos marcianos y le dieron una galleta ("no me refiero a una colleja", aclaró, "era una 'María Fontaneda' de otro mundo") y salió en varias revistas enseñándola. También cito a los los famosos contactados Eugenio Siragusa y Sixto Paz, que decían que los extraterrestres eran vegetarianos. En definitiva, poco que rascar. Ni siquiera he encontrado en internet algo con sustancia para cortar y pegar y hacerlo pasar por una sesuda reflexión mía.

Y sin embargo, algo tendrán que comer. Dudo mucho que si sale una expedición que debe recorrer medio universo, que es más grande que ni sé, para venir a la Tierra y aparecerse ante el tonto del pueblo les valga con desayunar fuerte. Algo tendrán que picar por el camino. No quiero imaginarme el tamaño de las despensas de los platillos volantes. Pero además, como los viajes siderales implican miles de años de travesía, a mitad del camino ya se les habrá caducado hasta el aceite.

Insisto en que la cuestión es seria. Por ejemplo, según los exopolíticos cada dos por tres hay reuniones secretas entre extraterrestres y humanos -bueno, políticos- para preparar el día en que se haga público que están ahí. Acaba el encuentro, van a cenar ¿y qué hacen los marcianos? ¿Sacan el tupperware? La verdad, no parece serio.

La lista de alimentos que pueden provocar alergias (que afectan al sistema inmunológico) o intolerancias (que tienen efectos sobre el metabolismo) a los humanos es bastante larga (incluye desde las frutas hasta los huevos, pasando por el pescado, los crustáceos, las verduras…). Es de suponer que también podrían afectar a los extraterrestres. Imaginemos que nos visita el emperador de Reticulín y su séquito de pelotas y enchufados, y se envenenan en la cena de gala. Seguro que la siguiente expedición no viene en son de paz.

Si a eso añadimos los productos químicos que aparecen en la comida (desde el mercurio en el pescado hasta los omnipresentes conservantes, colorantes, restos de pesticidas….) el riesgo aumenta. También puede que nuestros alimentos y los suyos sean distintos y que no haya en nuestro planeta nada que les sirva. Otro tema es el del gusto. Lo que a nosotros nos puede parecer delicioso a ellos les puede saber a rayos. Y si profesan alguna religión, ¿tendrán alguna prohibición al respecto? Da pavor pensar que un simple San Jacobo o unos macarrones puedan provocar un conflicto diplomático de dimensiones siderales.

La ausencia de testimonios sobre las costumbres alimentarias de los marcianos podría deberse, es un suponer, a que es falso que nos visiten, a que los presuntos abducidos/exopolíticos mientan, o a que vengan comidos de sus planetas. Yo me inclino por alguna de las dos primeras opciones. Quizás alguno del cerca de millón y medio (como mínimo) de espías que no quieren dar su nombre pero se lo cuentan todo a sus amigos exopolíticos tenga una respuesta mejor. A mí me vale la que me dio Ricardo Campos: "el relato de los contactados es de naturaleza épica, y por eso hay tan poco espacio para cosas mundanas como la alimentación, la cuestiones higiénicas, sus juegos..."

Otra cuestión es que si comen, tendrán que plantar pinos. Yo he visto algunos pastelitos por la calle de tal porte que me cuesta pensar que fueran de origen canino, pero comprenderéis que no me haya dedicado a investigarlo en profundidad (como diría Tallahasee, no es por el sabor, es por la textura). Pero no sigo por ese camino que me conozco y con los temas escatológicos me crezco.

Link: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/desde_el_mas_alla/2010/02/11/comen-gordos-los-marcianos.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Frivolizando sobre los marcianos o alienigenas quedarán menos crédulos sobre la vida inteligente más allá del planeta Tierra. Los culpables de este desaguisado son los supuestos extraterrestres que no desean una presentación oficial asegurandose ante los humanos su inexistencia. Por algo será.

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